"Decían que cada día el mar que veían sus ojos
era diferente,
que aunque su mundo estuviera contenido en no más de siete metros,
su sueño era seguir comiéndoselo,
que la aparente rutina que podía invadir sus días,
se teñía de emoción cada minuto.
Allí, en aquel barquito sin mayor tecnología que la creada por sus propias manos,